sábado, 7 de febrero de 2015

El miedo




 El miedo es una respuesta natural ante el peligro; una sensación desagradable que atraviesa el cuerpo, la mente y el alma. Se puede deber a algo que pasó, que está sucediendo o que podría pasar. Es difícil de controlar y puede provocar todo tipo de reacciones, tales como parálisis o ataques de ansiedad. En su versión más extrema, lo que se padece es el terror. Lo curioso es que no siempre es el espejo de algo real. Muchas veces se teme a algo que no existe, que es producto de la imaginación, como los 
monstruos.

Este sentimiento suele provenir de la infancia. Muchas veces tomamos un hecho que nos hirió o lastimo durante nuestra etapa infantil y por el resto de nuestra existencia cargamos con esa herida, temerosos de que nos vuelva a lastimar o tratando de que no se nos lastime, viviendo una forma de resistencia. Nos damos cuenta, pues, de estas heridas y que por ellas creamos una barrera alrededor de nosotros, la barrera del miedo. Por ejemplo, a una persona que de pequeño le mordió un perro y le causo mucho daño, cuando sea mayor puede que tenga miedo a los perros ya que no querrá que le suceda lo mismo que le sucedió.

Por otra parte, este miedo también puede ser contagioso, es decir, que puede proceder a causa de otras personas. Por ejemplo, si convives con alguien que tiene miedo a las arañas tienes mas posibilidades de tenerles miedo ya que la otra persona sin quererlo te lo esta inculcando.

Desde el punto de vista biológico el miedo constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, surgido para permitir a la persona responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. En ese sentido, es normal y beneficioso para el individuo y su especie ya que aparece en medio de una situación en la que se corre peligro. El miedo se encarga en muchas ocasiones de hacernos conscientes de los peligros externos que nos pueden amenazar, y nuestro organismo los interpreta de la siguiente forma:
Primero los sentidos captan el foco de peligro, pasando a ser interpretado por el cerebro , y de ahí pasa a la acción el sistema límbico. Este se encarga de regular las emociones de lucha, huida, y ante todo, la conservación del individuo. Además de todo esto, también se encarga de la constante revisión de la información dada por los sentidos, incluso cuando dormimos, para poder alertarnos en caso de peligro.
Cuando esto ocurre, se activa la amígdala, que se encarga de desencadenar todo el sistema del miedo, y entonces nuestro cuerpo pasa a sufrir las siguientes reacciones:

·         Aumento de la presión arterial
·         Aumento de la velocidad en el metabolismo
·         Aumento de la glucosa en sangre
·         Detención de las funciones no esenciales
·         Aumento de adrenalina
·         Aumento de la tensión muscular
·         Apertura de ojos y dilatación de pupilas
En determinados momentos de miedo, puede llegar el pánico, haciendo que se desactiven nuestros lóbulos frontales, alimentando el miedo y haciendo que se pierda la noción de la magnitud de este y en muchas ocasiones el control sobre la conducta de uno mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario